El 1 de junio de 1851 nació en la ciudad de Cartagena Isaac, hijo de
Juan Manuel Peral y de Isabel Caballero. Su padre, natural de Cádiz, procedía
de una humilde familia de suboficiales de la Armada.
Su niñez se desarrolla en la casa que la familia tenía en el callejón de
Zorrilla, donde recibió su primera formación de Don Luis Briz. En 1859,
contando con apenas 8 años, su padre es trasladado a San Fernando, llevándo
consigo a toda la familia.
Transcurridos los años, un Isaac que había
interiorizado desde muy pequeño la pasión naútica fue admitido, a instancias de
sus padre, como aspirante de Marina en el Colegio Naval Militar de San Carlos,
en el que ingresaría con 14 años.
La no muy holgada condición de la familia y el peso de
las costumbres familiares decidieron la suerte de Isaac, quien, habiendo
entrado su hermano mayor en el cuerpo General de la Armada, hubo de conformarse
con ser Contador de la Marina. Esta circunstancia, menos prestigiosa y
motivadora, fue motivo de orgullo y preocupación a la vez para su padre por las
dificultosas condiciones económicas en la que esta situación le colocaba. Isaac
Peral no se conformaría con ello y decidió aplicarse para conseguir un
desempeño mejor.
La firmeza del muchacho hizo que se convirtiera en
guardiamarina de segunda, iniciando una nueva etapa profesional.
En 1867, después de haber obtenido tal distinción,
embarca en la corbeta 'Villa de Bilbao', primero de sus destinos navales. Este
cargo suponía un drástico cambio para los guardiamarinas, que pasaban de la
reclusión y el estudio en tierra a navegar embarcado y desembarcando
constantemente. Manteniéndose en su puesto, viajó por diversas rutas marinas
que le llevaron hasta las Antillas o Filipinas, lo que suponía para cada misión
un confinamiento de seis meses y medio en alta mar.
Tres años más tarde, contando con las buenas
referencias de los comandantes de los busques en los que había estado y
habiendo aprobado satisfactoriamente el examen correspondiente en el que
destacaría en las asignaturas de Matemáticas y Física, ascendió a la primera
categoría de su cargo, continuando los viajes dos años después como Alférez de
Navío.
Situado en una época convulsa a nivel nacional e
internacional, a lo que se sumaba la efervescencia de los problemas coloniales,
se vio inmerso en algunos enfrentamientos armados ante las cada vez más
ingobernables posesiones españolas de ultramar. Uno de estos encuentros bélicos
en Cuba le valió la condecoración de la Cruz Roja del Mérito Naval por el valor
demostrado.
El conflicto cubano dejó paso a los avatares de la
guerra carlista, que se debatía entonces en sus últimos intentos de colocar a
su candidato en el trono español. Estas luchas también ocuparon alguna de las
operaciones más arriesgadas de Isaac, ahora destinado en buques de servicio
peninsulares.
Desde 1875 el rumbo profesional de Isaac Peral cambió,
pasando a desempeñar el empleo de Profesor Instructor de guardiamarinas. Este
nuevo emplazamiento fue determinante para que Isaac comenzara a desarrollar una
serie de inquietudes basadas en el estudio naval. Así, recopilando todas las
ideas que iba desarrollando, publicó sus primeros escritos reconocidos
oficialmente en una obra que versaba sobre los huracanes, recibiendo en 1877 la
Cruz de 1ª clase de la Orden Mérito Naval por este tratado teórico práctico.
Desde entonces, a pesar de continuar haciendo frente a
los distintos destinos que se le iban disponiendo, su vida quedará imbuida de
las preocupaciones y reflexiones que iban aflorando en él.
También en esta época Isaac contrae matrimonio con Mª
del Carmen Cencio y Rodríguez, hija de un médico de la Armada.
Nombrado en 1880 Teniente de Navío, nuevos viajes a
Filipinas fueron alternándose con puestos en el Detall de Ingenieros o en la
Comisión Hidrográfica.
Sin embargo, una molesta enfermedad le retiró de la
navegación, al padecer un tumor facial que los médicos diagnosticaron estando a
bordo del 'Victoria'.
Su débil estado de salud le llevó a abandonar sus
ocupaciones navales, ocupando en 1883 la cátedra de Profesor de
Física-Matemática en la nueva Escuela de Ampliación de Estudios de la Armada,
oficio que compaginó con otras ciencias y estudios de idiomas.
Desde 1884 estaba
trabajando en la idea de un submarino. Con ocasión del conflicto de las
Carolinas entre España y Alemania (1885), comunicó su proyecto al gobierno de
Cánovas. En 1887 se iniciaba en el arsenal de Cádiz la construcción de un
“torpedero submarino”, botado al año siguiente. Se trataba de un navío de 22
metros de eslora y con un desplazamiento de 87 toneladas sumergido, con
estructura de acero, motor eléctrico, tanques de agua para lastre, un
ventilador-purificador de aire (mediante sosa), hélices de inmersión y dos
torpedos como armamento. Su rendimiento fue excelente. Recorrió cuatro millas
bajo el agua durante más de una hora pasando prácticamente inadvertido. Pese a
que posteriores pruebas fueron un éxito, como el primer disparo de un torpedo
en inmersión, la administración volvió a desinteresarse al igual que en otros
casos anteriores (C. García o N. Monturiol), por lo que Peral, desanimado, abandonó
la vida militar en 1890 y pasó a la política al ser elegido diputado ese mismo
año.
Isaac Peral patentó en nuestro país en siete ocasiones entre 1887 y
1891. Tres patentes estaban referidas al acumulador eléctrico de su nave (pats.
nº 7.073, nº 7.079 y nº 10.582). Las demás fueron un varadero para
embarcaciones (pat. nº 7.503), un proyector de luz (pat. nº 7.975) y un
ascensor eléctrico (pats. nº 12.703 y nº 12.837). También inventó una
ametralladora que funcionaba con electricidad y no llegó a registrar en España.
Murió en 1895 en Berlín, víctima del cáncer.