sábado, 17 de mayo de 2014

Alejandro Goicoechea Omar

Nació en Elorrio el 23 de marzo de 1895. Fue el director de la construcción del llamado Cinturón de Hierro, defensa fortificada que se extendía por los montes circundantes de Bilbao para protegerlo del avance de las tropas franquistas durante la Guerra Civil Española. En 1937 desertó y ayudó al bando franquista facilitando los detalles, características y puntos débiles de la citada línea defensiva, que ayudaron a su ruptura el 12 de junio del mismo año, entrando días más tarde en la capital vizcaína las tropas del bando franquista.

Al año siguiente comenzó el diseño y preparativos del tren que se conocería con el nombre de Talgo (acrónimo de Tren Articulado Ligero Goicoechea-Oriol) y que empezó su andadura en el año 1941. Murió en Madrid el 30 de enero de 1984 a la edad de 89 años. Participó en el diseño y construcción del Talgo 0, Talgo I y del Talgo II. Los dos primeros fueron solo prototipos, el Talgo II sí que circuló comercialmente muchos años y la saga de los Talgos como empresa y como tren continua en la actualidad.

Fue un ingeniero rompedor en su tiempo. Trabajó muchos años en el ferrocarril de La Robla y sus ideas intentaban aligerar el peso de los trenes con el objetivo de reducir el consumo y aumentar la velocidad. Actualmente el transporte de mercancías por el sistema de contenedores o los ligeros trenes de alta velocidad comparten esa misma filosofía de aligeramiento. Si bien el Talgo sí que prospero y es su proyecto más conocido, otros proyectos revolucionarios suyos no prosperaron por diversas razones; por ejemplo el Tren Vertebrado de Gran Canaria o sus ideas para cruzar el estrecho de Gibraltar.

Hasta el último de sus días continuó Alejandro buscando soluciones al enlace del estrecho de Gibraltar, y desarrollando un tren vertebrado con el que pudiese resolver el problema del tráfico urbano. No era éste, sin embargo, el único ferrocarril especial de nueva concepción; otros sistemas (el Alweg alemán, el Aérotrain francés, el Hovertrain británico, etc.) presentaban características similares: no tenían movimientos pendulares y el centro de gravedad coincidía con el plano de sustentación. Pero el suyo tenía visos de se comerciable. De hecho, formó una compañía propia, realizando, en 1970, ensayos positivos en Santa Cruz de Campezo. Hoy, el Tren de Alta Velocidad parece haber demostrado que su aguda intuición no anduvo descaminada.








Información obtenida de http://www.euskomedia.org/aunamendi/




Juan de la Cierva



Nace en Murcia el 21 de septiembre de 1895. Hijo del abogado criminalista, político y empresario Juan de la Cierva y Peñafiel, que llegó a ser ministro en varias ocasiones y alcalde de Murcia, y de María Codorníu Bosch. Su abuelo materno fue el destacado ingeniero de montes Ricardo Codorníu. Desde su infancia destacó su interés por el mundo de la aviación, y junto a su amigo Tomás de Martín-Barbadillo construyó pequeños modelos capaces de volar.

En Madrid obtuvo los títulos de ingeniero de caminos, especialista en construcción aeronáutica y piloto aviador, profundizando al mismo tiempo en la aeronáutica en sus ratos libres con el estudio de las investigaciones de Jonkowski y Lanchester. Desde 1916 se dedicó al diseño y construcción de aviones y planeadores de ala fija. Sin embargo, conmocionado por el accidente aéreo del capitán Julio Ríos, se dedicó a proyectar una aeronave más segura, con alas giratorias, que llamaría autogiro.

La fijación rígida de los rotores al cubo central fue la causa del fracaso de los tres primeros prototipos que diseñó. Articulándolos libremente, de la Cierva logró la fuerza de sustentanción necesaria para elevar la máquina. El proyecto se hizo finalmente realidad en 1923, cuando el autogiro realizó el primer vuelo entre los aeropuertos de Cuatro Vientos y de Getafe, en Madrid.

Junto con dos compañeros, José Barcala, antiguo compañero de estudios, y Pablo Díaz, hijo de un carpintero, fundó la sociedad B.C.D., cuyas siglas correspondían con las iniciales de sus tres apellidos, que fue pionera en el desarrollo aeronáutico dentro de España, y gracias a su capacidad, en 1912, contando sólo con 16 años, Juan de la Cierva logró construir y hacer volar un avión biplano, que recibió la designación BCD-1, y fue apodado el Cangrejo, con piloto (el francés Mauvais) y pasajero a bordo.

Mientras el avión es una aeronave de alas fijadas al fuselaje, el autogiro inventado por de la Cierva tiene alas fijadas a un rotor. El autogiro hace su irrupción en el panorama de la aviación sólo veinte años después de la invención de los hermanos Wright.

Juan de la Cierva construyó en Madrid en 1920 su primer autogiro, el Cierva C.1, utilizando un fuselaje, ruedas y estabilizador vertical de un monoplano francés Deperdussin de 1911, sobre el que montó dos rotores cuatripalas contrarrotatorios coronados por una superficie vertical destinada a proporcionar control lateral; la planta motriz era un motor Le Rhône de 60 hp. El aparato no llegó a volar, pues el rotor inferior giraba a menos velocidad de la prevista, y el efecto giroscópico y la asimetría de la sustentación hicieron volcar el aparato. A este primer autogiro siguieron dos construcciones también fallidas, el C.2 y el C.3, en las que el inventor intentó, infructuosamente, resolver el problema de la diferencia de sustentación entre la pala que avanza y la que retrocede. Sin embargo, en las pruebas del C.2 se consiguieron algunos saltos de unos dos metros, lo que apuntaba a la viabilidad del invento. La asimetría de la sustentación del rotor no se resolvería plenamente hasta el prototipo C.4, en el que la Cierva incluyó su revolucionaria idea de articular las palas del rotor en su raíz.

Los primeros ensayos del modelo C.4, construido en 1922 conforme a los nuevos principios, fueron infructuosos. Para su definitiva resolución, la Cierva realizó una completa serie de ensayos en el túnel de viento de circuito cerrado del aeródromo de Cuatro Vientos (obra de Emilio Herrera), por aquel entonces el mejor de Europa. El nuevo aparato corregido se probó exitosamente en enero de 1923 en el aeródromo de Getafe pilotado por el teniente Alejandro Gómez Spencer. Aunque dicho vuelo consistió únicamente en un «salto» de 183 m, demostró la validez del concepto. A finales del mes, el C.4 recorrió en cuatro minutos un circuito cerrado de 4 km en el aeródromo de Cuatro Vientos, cerca de Madrid, a una altura de unos 30 m. La planta motriz del C.4 era un motor Le Rhône 9Ja de 110 hp. En julio de 1923 se utilizó el mismo motor en el C.5, que voló en Getafe. A partir de ese momento, de la Cierva, que había financiado a sus expensas sus experimentos anteriores, contó para sus trabajos con una subvención del gobierno español.

Falleció el 9 de diciembre de 1936 con 41 años al estrellarse en el despegue, en el aeropuerto de Croydon, el Douglas DC-2 de KLM en vuelo regular Londres-Ámsterdam en el que viajaba.






Isaac Peral y Caballero

El 1 de junio de 1851 nació en la ciudad de Cartagena Isaac, hijo de Juan Manuel Peral y de Isabel Caballero. Su padre, natural de Cádiz, procedía de una humilde familia de suboficiales de la Armada.

Su niñez se desarrolla en la casa que la familia tenía en el callejón de Zorrilla, donde recibió su primera formación de Don Luis Briz. En 1859, contando con apenas 8 años, su padre es trasladado a San Fernando, llevándo consigo a toda la familia.

Transcurridos los años, un Isaac que había interiorizado desde muy pequeño la pasión naútica fue admitido, a instancias de sus padre, como aspirante de Marina en el Colegio Naval Militar de San Carlos, en el que ingresaría con 14 años.


La no muy holgada condición de la familia y el peso de las costumbres familiares decidieron la suerte de Isaac, quien, habiendo entrado su hermano mayor en el cuerpo General de la Armada, hubo de conformarse con ser Contador de la Marina. Esta circunstancia, menos prestigiosa y motivadora, fue motivo de orgullo y preocupación a la vez para su padre por las dificultosas condiciones económicas en la que esta situación le colocaba. Isaac Peral no se conformaría con ello y decidió aplicarse para conseguir un desempeño mejor.

La firmeza del muchacho hizo que se convirtiera en guardiamarina de segunda, iniciando una nueva etapa profesional.

En 1867, después de haber obtenido tal distinción, embarca en la corbeta 'Villa de Bilbao', primero de sus destinos navales. Este cargo suponía un drástico cambio para los guardiamarinas, que pasaban de la reclusión y el estudio en tierra a navegar embarcado y desembarcando constantemente. Manteniéndose en su puesto, viajó por diversas rutas marinas que le llevaron hasta las Antillas o Filipinas, lo que suponía para cada misión un confinamiento de seis meses y medio en alta mar.

Tres años más tarde, contando con las buenas referencias de los comandantes de los busques en los que había estado y habiendo aprobado satisfactoriamente el examen correspondiente en el que destacaría en las asignaturas de Matemáticas y Física, ascendió a la primera categoría de su cargo, continuando los viajes dos años después como Alférez de Navío.

Situado en una época convulsa a nivel nacional e internacional, a lo que se sumaba la efervescencia de los problemas coloniales, se vio inmerso en algunos enfrentamientos armados ante las cada vez más ingobernables posesiones españolas de ultramar. Uno de estos encuentros bélicos en Cuba le valió la condecoración de la Cruz Roja del Mérito Naval por el valor demostrado.

El conflicto cubano dejó paso a los avatares de la guerra carlista, que se debatía entonces en sus últimos intentos de colocar a su candidato en el trono español. Estas luchas también ocuparon alguna de las operaciones más arriesgadas de Isaac, ahora destinado en buques de servicio peninsulares.

Desde 1875 el rumbo profesional de Isaac Peral cambió, pasando a desempeñar el empleo de Profesor Instructor de guardiamarinas. Este nuevo emplazamiento fue determinante para que Isaac comenzara a desarrollar una serie de inquietudes basadas en el estudio naval. Así, recopilando todas las ideas que iba desarrollando, publicó sus primeros escritos reconocidos oficialmente en una obra que versaba sobre los huracanes, recibiendo en 1877 la Cruz de 1ª clase de la Orden Mérito Naval por este tratado teórico práctico.

Desde entonces, a pesar de continuar haciendo frente a los distintos destinos que se le iban disponiendo, su vida quedará imbuida de las preocupaciones y reflexiones que iban aflorando en él.

También en esta época Isaac contrae matrimonio con Mª del Carmen Cencio y Rodríguez, hija de un médico de la Armada.

Nombrado en 1880 Teniente de Navío, nuevos viajes a Filipinas fueron alternándose con puestos en el Detall de Ingenieros o en la Comisión Hidrográfica.

Sin embargo, una molesta enfermedad le retiró de la navegación, al padecer un tumor facial que los médicos diagnosticaron estando a bordo del 'Victoria'.

Su débil estado de salud le llevó a abandonar sus ocupaciones navales, ocupando en 1883 la cátedra de Profesor de Física-Matemática en la nueva Escuela de Ampliación de Estudios de la Armada, oficio que compaginó con otras ciencias y estudios de idiomas.

Desde 1884 estaba trabajando en la idea de un submarino. Con ocasión del conflicto de las Carolinas entre España y Alemania (1885), comunicó su proyecto al gobierno de Cánovas. En 1887 se iniciaba en el arsenal de Cádiz la construcción de un “torpedero submarino”, botado al año siguiente. Se trataba de un navío de 22 metros de eslora y con un desplazamiento de 87 toneladas sumergido, con estructura de acero, motor eléctrico, tanques de agua para lastre, un ventilador-purificador de aire (mediante sosa), hélices de inmersión y dos torpedos como armamento. Su rendimiento fue excelente. Recorrió cuatro millas bajo el agua durante más de una hora pasando prácticamente inadvertido. Pese a que posteriores pruebas fueron un éxito, como el primer disparo de un torpedo en inmersión, la administración volvió a desinteresarse al igual que en otros casos anteriores (C. García o N. Monturiol), por lo que Peral, desanimado, abandonó la vida militar en 1890 y pasó a la política al ser elegido diputado ese mismo año.

Isaac Peral patentó en nuestro país en siete ocasiones entre 1887 y 1891. Tres patentes estaban referidas al acumulador eléctrico de su nave (pats. nº 7.073, nº 7.079 y nº 10.582). Las demás fueron un varadero para embarcaciones (pat. nº 7.503), un proyector de luz (pat. nº 7.975) y un ascensor eléctrico (pats. nº 12.703 y nº 12.837). También inventó una ametralladora que funcionaba con electricidad y no llegó a registrar en España. Murió en 1895 en Berlín, víctima del cáncer.


Cosme García Sáez



Ingeniero español, nacido en la calle Portales de Logroño en el año 1818, Realizó sus primeros estudios en esta ciudad. 

Posteriormente trabaja como relojero en un taller de Logroño, a la vez que estudia ingeniería. Con treinta años cumplidos, en 1848, Cosme García se traslada a la capital de España con su familia, y empieza a trabajar como regente de la Imprenta Nacional, trabajo en que ya muestra sus dotes de inventor, porque realiza mejoras en la fundición de los caracteres de imprenta. Pronto abre su propio taller en la Travesía de la Ballesta, en Madrid. Este ilustre riojano construye las máquinas de timbre de la Casa de la Moneda, y su nombre comienza a ser conocido en el panorama científico de la época.

Presenciaron el acto, entre otros, el comandante de marina del puerto de Alicante, José de la Paz, y los cónsules de Gran Bretaña y Estados Unidos. Animado por el éxito de su empresa, se traslada a Madrid y construye un modelo de cobre que expone en su casa de la calle de San Hermenegildo; con ello pretende llamar la atención del Gobierno y la Casa Real, y conseguir así que le financien. Sin embargo, después de una entrevista con la Reina Isabel II, se le comunica que el gobierno no podía comprar ni costear el proyecto. Desilusionado, se traslada a París, donde Napoleón II le ofrece 14 millones de francos para que se instale en el arsenal de Tolón y pueda construir un modelo mejorado con las armas que considerase oportunas.

También llegó a patentar en compañía de los citados Justo Herrero y Tomás Lozano, diferentes cuestiones relativas a la tipografía, fruto sin duda de su actividad al frente de la Imprenta Nacional y del ramo de Correos. Existen dos patentes que se remontan al año 1856 y que protegen una máquina tipográfica sin cintas, sistema Cosme García, y una máquina para toda clase de timbres en tinta. Ambas se llegaron a construir y poner en práctica en Madrid, como se desprende de los certificados oficiales, en los que consta que la primera estaba en posesión de Lázaro Bardón, catedrático de griego de la Universidad Central, y las de timbrar, en las Oficinas de la Administración de Correos de Madrid.

De la Imprenta Nacional, Cosme García pasa al ramo de Correos, donde permanece hasta el año 1864. Una de las cuestiones más destacables de su paso por estas dependencias, es el diseño y construcción de las máquinas de sellar para las oficinas de correos de toda España. Es en esta etapa cuando realiza la más importante de sus invenciones: un submarino tripulado. Cosme García parece adelantarse a los diseños del Ictíneo de Narciso Monturiol, por lo que se le puede considerar el primer inventor del submarino mecánico tripulado.

En 1858 prepara un modelo que prueba en Barcelona ante un pequeño número de personas. Ante la convicción de que había resuelto el problema de la navegación submarina, patenta su invento en España, en julio de 1859, con el nombre de "Aparato Buzo para la Navegación Submarina", y en noviembre del mismo año lo hace en Francia, donde hoy día aún se conservan sus diseños.

Cosme García traslada su ingenio al puerto de Alicante, a bordo de un buque, con el fin de acreditar la puesta en práctica de su patente. El 4 de agosto de 1860, se sumerge junto a su hijo en el submarino durante 45 minutos, según reza el testimonio oficial.
Su espíritu patriótico le impide aceptar la oferta, ante la seguridad de que el submarino podía convertirse en un arma de guerra altamente eficaz; pero en España su aparato permanece anclado en el puerto de Alicante, hasta que años después una notificación portuaria le comunique que el aparato molesta al tráfico marítimo, por lo que su hijo, Enrique García, se encarga de hundirlo.

Las actividades de este gran inventor, se extendieron también a la industria bélica, sector en el que desarrolla mejoras en las armas de fuego. En España patenta en 1856, junto a Justo Herrero y Tomás Lozano, una escopeta-relámpago, y posteriormente, en 1862 y 1863, ya en solitario, solicita dos patentes por un nuevo sistema de armas de fuego portátiles cargadas por la culata. Este nuevo sistema fue un éxito, como atestiguan también las pruebas oficiales realizadas en Carabanchel, ya que constituyen las primeras armas de este tipo con carga por la recámara, capaces de efectuar más de tres mil disparos sin necesidad de ser limpiadas. Se llegaron a construir en Oviedo 500 carabinas bajo este nuevo sistema, para dos batallones de cazadores. La mayoría de estas armas se trasladaron a Madrid, y cuando estalló la Revolución de 1868 que dio paso al Sexenio Democrático, fueron sustraídas por los revolucionarios.

Muere en 1874, desilusionado y sumido en la pobreza hasta el punto de que alguno de sus hijos llegó a pedir por las calles de Madrid. El caso de Cosme García es uno más que hay que sumar al de los grandes inventores españoles borrados de nuestra memoria colectiva, y que sufrieron las consecuencias de la ignorancia y la ingratitud de sus contemporáneos. El desprecio hacia el trabajo científico es una constante en la historia institucional de España. No olvidemos que cuando Isaac Peral ofreció al gobierno y a la marina española su nuevo submarino eléctrico, fue también rechazado, como lo fue el submarino de Cosme García muchos años antes.








Información obtenida de http://www.mcnbiografias.com/

Ramón de la Sagra y Peris

El día 8 de abril de 1798 nacía en la Coruña Ramón Dionisio José de la Sagra y Peris, figura destacada de la cultura de su época, que tuvo una gran relación con la isla de Cuba, donde residió varios años. Su vida estuvo dividida en tres etapas: una científica, otra de carácter filantrópico y una tercera de orientación política.

Estudió Ciencias Naturales y Latín en la Universidad de Santiago de Compostela. El gobierno español le encargó establecer en Cuba una fábrica de tabacos rapé, lo que fue el punto de partida de su estancia en la isla del Caribe. Allí estuvo tres lustros, desde 1820 hasta 1835. Fracasado este proyecto, en 1823 fue contratado como profesor de las cátedras de Historia Natural y Botánica Agrícola, dependientes del Jardín Botánico de La Habana, del que fue nombrado director ese mismo año. En la capital de la isla creó la revista Anales de Ciencias, Agricultura, Comercio y Artes y se relacionó con figuras de la ciencia del mundo entero.

En 1835 marchó a los Estados Unidos y después a Francia donde fue nombrado miembro del Instituto Real de Francia y de otras instituciones. En 1837 regresó a la capital de España como diputado a Cortes (también lo fue en 1845). Viajó después a Bélgica, Holanda, Francia y, de nuevo en la Península, ejerció como profesor de Economía Social en el Ateneo de Madrid. Estudió la naturaleza, agricultura, industria, etc. de las naciones que visitó y fruto de sus viajes fueron muchas obras de diferente índole.

En su faceta política, su ideología evolucionó desde el liberalismo radical al socialismo utópico y, en la madurez, al conservadurismo. Fue condecorado con la gran cruz de Isabel la Católica, en recompensa de sus servicios políticos al partido progresista.
Desde el punto de vista biológico, durante su estancia en la isla caribeña, consiguió reunir numerosos vegetales y otros productos naturales cubanos. Parte de ellos le llevaron a publicar unos Principios fundamentales de Botánica (1831), un Manual de Botánica médica y uno mucho más importante titulado Plantas usuales de Cubanos.

Sin embargo, su trabajo más preeminente desde la faceta científica lo constituyen los 12 volúmenes de una obra que es referencia obligada de la cultura cubana: Historia física, política y natural de la isla de Cuba, que se empezó a publicar en París, en francés primero y posteriormente en español, entre 1838 y 1861, y que como su título indica versa sobre diferentes aspectos de la que fue provincia de ultramar: clima, población, agricultura, comercio marítimo, rentas, fuerza armada, zoología, botánica, etc. Obra profusamente ilustrada, tiene dos volúmenes referidos a los aspectos físicos y a la organización económica y política de la isla, seis a la fauna y cuatro a la flora.

Falleció en Neufchatel (Suiza) el 25 de mayo de 1871.

En 1845 promovió la primera compañía azucarera española, la Sociedad Azucarera Peninsular, con un capital social de 3,2 millones de reales. El objetivo era modernizar un deprimido sector en la costa entre Málaga y Almería, mediante mejoras en el cultivo de la caña y en la producción de los trapiches e ingenios (introducción de sistemas de riego, plantas más productivas, racionalización del abono, aparatos de vapor). A fin de equipar la empresa con la tecnología más avanzada, solicitó en el Conservatorio de Artes de Madrid dos privilegios (privs. nº 264 y nº 683) para introducir diversos aparatos procedentes de Francia, Bélgica y Prusia (molinos con cilindros de hierro, calderas a vapor, filtros, tornos de moldeado, etc). Sin embargo, por desavenencias con algunos de los socios, De la Sagra abandonó la empresa y creó por su cuenta en Torre del Mar, cerca de Vélez-Málaga, la azucarera El Porvenir (1846) que acabaría traspasando un año más tarde. En 1848, en París, De la Sagra participó en las jornadas revolucionarias, colaborando junto a Proudhon en la creación del Banco del Pueblo. En 1856, presionado por Narváez, abandonó definitivamente España y se exilió a Francia. Allí conoció a Marx y Engels y desempeñó el cargo de cónsul de Uruguay. Ante al avance de las tropas germanas con la guerra de 1870, marchó de París hacia Suiza, donde murió un año después, en el pueblecito de Cortaillod. Ramón de la Sagra solicitó en España otros dos privilegios de invención (en 1851 y 1852): un aparato minero capaz de separar el oro mediante ventilación (priv. nº 831) y un procedimiento de hacer materiales de construcción como yeso, cal o ladrillos (priv. nº 947).

Ramón de la Sagra solicitó en España otros dos privilegios de invención (en 1851 y 1852): un aparato minero capaz de separar el oro mediante ventilación (priv. nº 831) y un procedimiento de hacer materiales de construcción como yeso, cal o ladrillos (priv. nº 947).



Agustín de Betancourt y Molina



Nació en 1758 en Puerto de la Cruz (Tenerife), en el seno de la pequeña nobleza local, de ideas liberales e ilustradas. En 1784 se trasladó a Francia para ampliar estudios. Allí organizó un grupo de pensionados españoles encargado de investigar la ciencia, la ingeniería y la industria francesas.
Desde 1788 trabajó en la recopilación de planos y construcción de modelos para la creación del Real Gabinete de Máquinas del Buen Retiro, del que acabaría siendo nombrado director.
En 1788 Betancourt viajó brevemente a Inglaterra. Allí realizó discretas actuaciones de espionaje industrial, en busca de los últimos avances que Watt y Boulton habían efectuado en la máquina de vapor, en especial el regulador centrífugo que la convertía en una máquina de doble efecto, decisiva para su aplicación económica.
En 1790 él mismo pudo fabricar para los Périer, unos constructores parisinos, las primeras máquinas de vapor de doble efecto del continente. En 1797 publicó un prototipo de telégrafo óptico junto al francés A. L. Breguet y tres años más tarde se iniciaba el tendido de una línea entre Madrid y Aranjuez.
Este mismo año regresa a España, donde es nombrado Inspector General de Puertos y Caminos. En 1802 consigue que se cree la Escuela de Ingenieros, de la que es el primer director y en 1803 empieza a escribir con Lanz el“Essai sur la composition des machines” ("Ensayo sobre la composición de las máquinas"), que se publicaría en París en 1808 convirtiéndose en un libro de texto de gran difusión en toda Europa. En 1807, Betancourt es nombrado corresponsal de la Academia de Ciencias de París (irónicamente, también J. Watt fue nombrado corresponsal en esa misma sesión).
Poco después abandona definitivamente España, trasladándose a París donde presenta a la Academia de Ciencias su "Memoria sobre un nuevo sistema de navegación interior", en la cual describe una esclusa de émbolo que había inventado en 1801, e inventa con Breguet el termómetro metálico. A finales de 1807 viaja a San Petersburgo invitado por el Zar Alejandro I y permanece allí durante 6 meses. Tras regresar a París para presentar con Lanz el "Ensayo", regresa a Rusia donde permanecerá hasta su muerte al servicio de Alejandro I.
Nombrando mariscal del ejército ruso, queda adscrito al Consejo Asesor del Departamento de Vías de Comunicación, posteriormente es nombrado Inspector del Instituto del Cuerpo de Ingenieros y, en 1819, Director del Departamento de Vías de Comunicación. A lo largo de los 16 años de su estancia en Rusia alternará la dirección académica del Instituto de Ingenieros con numerosas obras públicas, como el puente sobre el Nevka, la modernización de la fábrica de armas de Tula o la fábrica de cañones de Kazan, la draga de Krondstadt, los andamiajes para la Catedral de San Isaac o la Columna de Alejandro I , el canal Betancourt de San Petersburgo, la feria de Nizhni Nóvgorod,  la fábrica de papel moneda, el picadero de Moscú, la navegación a vapor en el Volga, sistemas de abastecimiento de aguas, ferrocarriles, etc. A partir de 1822 comienza a tener problemas con el Zar y es sustituido en la dirección del Instituto, quedando relegado hasta su muerte en 1824.
El Telégrafo Óptico
Junto a Breguet realiza los planos de un telégrafo óptico, en el que venían trabajando desde 1787. A partir de este momento comienza la polémica con Chappé acerca de las ventajas e inconvenientes de su telégrafo.
El telégrafo óptico de Breguet y Betancourt estaba compuesto de un mástil vertical con una pieza móvil llamada flecha. Esta pieza móvil recibía el movimiento mediante un torno que se situaba cerca del observador. Dependiendo de la posición que tomase la flecha, el telégrafo modificaba el mensaje a transmitir. Las posiciones eran 36, abarcando 10º cada posición. Mediante estas 36 posiciones podían transmitir 26 letras y 10 dígitos, por lo que el sistema era alfabético.

Ángela Ruiz Robles



Nacida en Villamanín (León) en 1895, hija de Elena Robles y Feliciano Ruiz, farmacéutico. Realizó sus estudios superiores en la Escuela de Magisterio de León, donde impartió sus primeras clases de Taquigrafía, Mecanografía y Contabilidad Mercantil entre 1915 y 1916. Fue docente y directora en la Escuela de Gordón, en León, en 1917. Obtuvo la plaza de maestra en una aldea próxima a Ferrol en 1918, Santa Uxia de Mandiá, allí estará hasta 1928. El 18 de diciembre de 1925, recibe “una distinción especial por sus indiscutibles méritos en agradecimiento a su dedicación y la atención desinteresada” promovida por sus convecinos. En 1934 se ocupa de la gerencia de la Escuela Nacional de Niñas del Hospicio realizando una importante labor. En 1945 es profesora de la Escuela Obrera gratuita. 1948 enseña taquigrafía, ortografía, gramática y mecanografía en el Colegio Ibáñez Martín en 1959 directora hasta su jubilación.
Entre 1938 y 1946 escribe, da conferencias, edita y reedita la mayor parte de su obra científica, un total de dieciséis libros. Sus tres primeros son: “Compendio de ortografía castellana, Ortografía castellana e Taquigrafía martiniana abreviada moderna”. Imparte clases a opositores de aduanas, correos, telégrafos y para el ingreso en altos estudios mercantiles en la academia para adultos de su propiedad, Elmaca.
Entre 1944 y 1949 realiza varios proyectos. En 1944 el Atlas Científico Gramatical con la finalidad de dar a conocer España con gramática, sintaxis, morfología, ortografía y fonética. Después la Máquina taquimecanográfica.
En 1949 la Enciclopedia Mecánica, construida en el Parque de Artillería de Ferrol (La Coruña), siendo ella misma quien dirigió los trabajos. Patentada con fecha 7 de diciembre de 1949, según la Patente núm. 190.698. Desde el 2006, la Enciclopedia formó parte de la Exposición del Museo Pedagógico de Galicia (MUPEGA) en Santiago de Compostela (La Coruña) hasta el 4 de mayo de 2012 que pasó a la Exposición permanente del Museo de Ciencia y Tecnología de Coruña.
La Enciclopedia aparece en el Catálogo200 años de la promulgación de la Ley de patentes en Españaeditado por el Ministerio de Industria en 2011, y en laCronología de la edición digital: 100 años de evolución tecnológica(2012).

La base fundamental de su trabajo radicó siempre en su necesidad vital de innovar los ámbitos de la pedagogía y la didáctica. En 1947 Por su labor social y sus innovaciones pedagógicas recibe la Cruz de Alfonso X el Sabio en reconocimiento a su carrera profesional, la imposición se realizó en el Ayuntamiento de Ferrol (La Coruña) el 19 julio de 1950. 1952 Medalla de Oro y Diploma en la 1ª Exposición Nacional de Inventores Españoles. 1956 El Ministerio de Educación Nacional concede el Lazo de la Orden de Alfonso X el Sabio. 1957 Oscar a la invención en la Feria Oficial y Nacional de Zaragoza.1957 Medalla de Bronce en la Exposición Internacional de Bruselas. 1958 Medalla de Bronce por las novedades pedagógicas de Bruselas. 1959 Es nombrada Gestora Delegada de los Inventores Españoles para la Región de Galicia.1963 Medalla de Plata en la Exposición Internacional de Invenciones de Bruselas. 1964 Diploma y Medalla en la Exposición de Sevilla. 1968 Medalla de Ginebra a los inventores españoles. 1970 Exposición en el Salón de la Inventiva en el Palacio de Cristal de Madrid. 1973 Es nombrada Jefa provincial de la Federación Politécnica Científica de la Inventiva Internacional. Pertenece a la Federación Politécnica Científica de la Inventiva Internacional en calidad de Ingeniero en Inventiva e Investigación Científica.