El día 8 de abril de 1798 nacía en la Coruña Ramón
Dionisio José de la Sagra y Peris, figura destacada de la cultura de su época,
que tuvo una gran relación con la isla de Cuba, donde residió varios años. Su
vida estuvo dividida en tres etapas: una científica, otra de carácter
filantrópico y una tercera de orientación política.
Estudió Ciencias Naturales y Latín en la Universidad de
Santiago de Compostela. El gobierno español le encargó establecer en Cuba una
fábrica de tabacos rapé, lo que fue el punto de partida de su estancia en la
isla del Caribe. Allí estuvo tres lustros, desde 1820 hasta 1835. Fracasado
este proyecto, en 1823 fue contratado como profesor de las cátedras de Historia
Natural y Botánica Agrícola, dependientes del Jardín Botánico de La Habana, del
que fue nombrado director ese mismo año. En la capital de la isla creó la
revista Anales de Ciencias,
Agricultura, Comercio y Artes y se relacionó con figuras de la ciencia del mundo
entero.
En 1835 marchó a los Estados Unidos y después a Francia
donde fue nombrado miembro del Instituto Real de Francia y de otras instituciones.
En 1837 regresó a la capital de España como diputado a Cortes (también lo fue
en 1845). Viajó después a Bélgica, Holanda, Francia y, de nuevo en la
Península, ejerció como profesor de Economía Social en el Ateneo de Madrid.
Estudió la naturaleza, agricultura, industria, etc. de las naciones que visitó
y fruto de sus viajes fueron muchas obras de diferente índole.
En su faceta política, su ideología evolucionó desde el
liberalismo radical al socialismo utópico y, en la madurez, al conservadurismo.
Fue condecorado con la gran cruz de Isabel la Católica, en recompensa de sus
servicios políticos al partido progresista.
Desde el punto de vista biológico, durante su estancia en
la isla caribeña, consiguió reunir numerosos vegetales y otros productos naturales
cubanos. Parte de ellos le llevaron a publicar unos Principios fundamentales de Botánica (1831), un Manual de Botánica médica y uno mucho más importante
titulado Plantas usuales de Cubanos.
Sin embargo, su trabajo más preeminente desde la faceta
científica lo constituyen los 12 volúmenes de una obra que es referencia
obligada de la cultura cubana: Historia física, política y natural de la isla de Cuba, que se empezó a publicar en París,
en francés primero y posteriormente en español, entre 1838 y 1861, y que como
su título indica versa sobre diferentes aspectos de la que fue provincia de
ultramar: clima, población, agricultura, comercio marítimo, rentas, fuerza
armada, zoología, botánica, etc. Obra profusamente ilustrada, tiene dos
volúmenes referidos a los aspectos físicos y a la organización económica y
política de la isla, seis a la fauna y cuatro a la flora.
Falleció en Neufchatel (Suiza) el 25 de mayo de 1871.
En 1845 promovió la primera compañía
azucarera española, la Sociedad Azucarera Peninsular, con un capital social de
3,2 millones de reales. El objetivo era modernizar un deprimido sector en la
costa entre Málaga y Almería, mediante mejoras en el cultivo de la caña y en la
producción de los trapiches e ingenios (introducción de sistemas de riego,
plantas más productivas, racionalización del abono, aparatos de vapor). A fin
de equipar la empresa con la tecnología más avanzada, solicitó en el
Conservatorio de Artes de Madrid dos privilegios (privs. nº 264 y nº 683) para
introducir diversos aparatos procedentes de Francia, Bélgica y Prusia (molinos
con cilindros de hierro, calderas a vapor, filtros, tornos de moldeado, etc).
Sin embargo, por desavenencias con algunos de los socios, De la Sagra abandonó
la empresa y creó por su cuenta en Torre del Mar, cerca de Vélez-Málaga, la
azucarera El Porvenir (1846) que acabaría traspasando un año más tarde. En
1848, en París, De la Sagra participó en las jornadas revolucionarias,
colaborando junto a Proudhon en la creación del Banco del Pueblo. En 1856,
presionado por Narváez, abandonó definitivamente España y se exilió a Francia.
Allí conoció a Marx y Engels y desempeñó el cargo de cónsul de Uruguay. Ante al
avance de las tropas germanas con la guerra de 1870, marchó de París hacia
Suiza, donde murió un año después, en el pueblecito de Cortaillod. Ramón de la
Sagra solicitó en España otros dos privilegios de invención (en 1851 y 1852):
un aparato minero capaz de separar el oro mediante ventilación (priv. nº 831) y
un procedimiento de hacer materiales de construcción como yeso, cal o ladrillos
(priv. nº 947).
Ramón de la Sagra solicitó en España otros
dos privilegios de invención (en 1851 y 1852): un aparato minero capaz de
separar el oro mediante ventilación (priv. nº 831) y un procedimiento de hacer
materiales de construcción como yeso, cal o ladrillos (priv. nº 947).

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